Mientras tanto, mi boca llena de espinas.
Las mastico despacio y se forman yagas en la boca.
Algunas quedan entre los dientes, en ocasiones me acuerdo de ellas, porque pinchan, porque duelen. Espinas en mi boca, en tu boca de cielo.
Entre esas dos paredes ya no alcanzo a ver el sol.
Ya no me quema tu boca y esa lengua dejó de repartir el calor por mi cuerpo.
Entre limones, la acidez de tus labios cada vez escuece más.
Me quedé sin las ganas de contemplarte, de convertirme en huracán y formar remolinos en tu pelo. He decidido aletear como una mariposa para no crear tormenta, cuando el cielo se cure, cuando las paredes se rompan.
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