Me muevo de un lado a otro, pendo de un hilo.
El rasgueo de la guitarra me eriza los pelos de la piel, el corazón se ensancha y el placer se estremece.
Voy a bailar la danza del vientre sobre las curvas de tu culo y las grietas de tus manos.
Solo pido una calada de tu aliento, respirar y soplarte suavemente sobre el rostro, que no sé silbar.
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