Me coges de la mano y me acercas a ti, a tu madriguera.
Yo inocente, no dejo de retener tu mirada, sin darme cuenta de que eres tú el que me retiene a mi.
Me atraes, me abrazas y nuestros cuerpos se tocan. La noto dura.
No estamos desnudos, es más, nos separa demasiada ropa.
Nunca es demasiado - dijo él.
Creo que se refería al sexo.
Y estás sobre mi, me gusta sentir el peso de todo tu cuerpo.
Me miras, callado.
Mirada que impone,
que atraviesa,
mirada que estremece.
Te acercas y siento tu respiración sobre mi cuello, eso me relaja.
Me haces cosquillas con los pelos de la barba, y entre tanto silencio, suena una carcajada.
Sigues respirando, y nuestros rostros se rozan, nuestros cuerpos y me acaricias con los labios, tan suavemente que no sé si se tocan.
No quiero besarte, esta vez no.
No podrán las ganas
Me gusta sentirte
Estoy húmeda, pero eso, tú no lo sabes
Deja de tentarme, de atraparme entre el placer y tú
Esta vez no.
Me haces sentir tan débil a tu lado, que eso me da miedo.
Me pone tu mirada
Tus labios
Salvajes y libres
Tu mano recorre mi muslo e intenta hacerse paso hasta mi refugio, despacio. Me distraes, y me traes hasta ti, cada vez más cerca, cuando quiero acordar estás tocando a la puerta.
No abro, no quiero caer en la tentación.
No paras, te gustan las cosas difíciles, los retos; por eso rozas las puerta de atrás, y recorres la vereda hasta llegar a ella.
Coges mi mano e intentas colocarla sobre aquello que sigue tan duro y firme como tú, amigo mío, deja de insistir que al final caeré entre el placer y tú.
Y bailamos, y jugamos, como niños que experimentan con sus cuerpos.
Tímidos, como si nunca nos hubiésemos visto desnudos, pero lo hemos hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario