Respiro hondo el aire de la ciudad, el olor a gasolina se mete en mis pulmones, incluso puedo saborearlo, esta rancio, el olor a combustión, a tubo de escape. Hoy el cielo va desde el rosa al azul y una gran luna llena desciende para esconderse, nadie la mira, todo el mundo esta demasiado ocupado en su vida de ciudad. Le gente corre, con la cabeza baja, cabreados porque les ha tocado madrugar e ir al trabajo, los padres llevan a sus hijos de la mano, corriendo, pero los niños no quieren correr, no entienden porque la gente va a todos lados con prisa, respirando rápido, casi sin poder respirar, no entienden que en la ciudad se corre.
Hace frío, y la gente vive en la calle, se piensa poco en esto cuando estas caliente y en casa; incluso cuando sales a la calle y no sientes la punta de los dedos, se piensa poco.
En la vida de la ciudad no se piensa, te dejas llevar por lo que hace todo el mundo.
Los niños están tristes, están aprendiendo como es la vida en la ciudad y no les gusta. La gente no mira a los ojos, no hablan, solo caminan con las manos en los bolsillos, o peor aún, caminan con un móvil, como si fuera su sombra, y es que los dedos se han quedado pegados a él.
Y ya no miras, no hablas, solo escribes, te automatizas, como si tu también fueses una máquina. ¿lo somos realmente? No te fijas en la cara de la gente, ni en que ya ha salido el sol. Solo corres, porque en la ciudad se corre.
Otra vez ese olor a humo se me metió entre la nariz y la boca.
Y los autobuses llenos de gente ya no esperan, los conductores tampoco hablan. Empiezan su jornada de trabajo mirando el reloj para que acabe. Nos estamos haciendo impersonales, en una sociedad donde la gente ya no se saluda.
El ruido nos ensordece, dejamos de escuchar.
Donde la gente ve mas agradable la música alta de una discoteca que el cantar de los pájaros.
Nos gusta lo que nosotros creamos ¿y la naturaleza? Que mas da, si siempre ha estado ahí.
En la ciudad se corre.
En la ciudad no se vive.
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