Tímida y nauseabunda me parece mi boca satisfecha por el pudor de mis senos, volviéndose trastornada por el calor de tus dientes.
¡Muérdeme! ¡Arráncame todos los placeres orales! Mastícame el vientre, siénteme. Arráncame todas las capas de piel superflua y los tendones y los muslos... mastícame los huesos, arráncame el alma.
¡ Y es que amor me enciendes! ¡Me exaltas! Un grito ahogado ¡Ahora me hundo!
Y me hundo en lo recondito del fuego del infierno, esta llama apasionada me confunde, dejándome en cenizas.
Dan vuelta en mi cabeza, como remolinos todas mis ideas, las imágenes de tu cuerpo enredándose con el mío y me siento tan efímera, tan endeble y tan enferma.
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