Lucha ¿por qué? Por tu vida, por la de tus seres queridos, por aquellos que dejaran de ser desconocidos o por los que están olvidados y no tienen nada.
Lucha, contra las injusticias que se cometen día a día, contra la crueldad de las personas, el egoísmo, la soberbia, las falsedades y la prepotencia; aprecia la verdad cuando la tienes cara a cara, mira la humildad en los ojos de la gente, siente el cariño que fluye por sus venas, y el amor, en ocasiones.
Llora cuando veas algo hermoso y ríe cuando la gente no comprenda lo que pasa por tu cabeza.
Párate a pensar por un momento, el por qué de tu existencia, el por qué de estar en un lugar determinado, a esa hora, ese día de febrero, pasando frío y con esa sensación de felicidad, por qué en ese mismo instante los rayos de sol han decidido iluminar tu rostro y hacer brillar a tus ojos.
Porque aún estando sola, notas la calidez de alguien cerca de ti.
Vence, vencete a ti mismo, deja atrás tus defectos, si quieres, al fin y al cabo forman parte de ti, y nadie es perfecto. Vence a aquellos que te subestiman, a esos que te ven como alguien débil, frágil. No les demuestres, solo demuéstrate a ti mismo que eres una hoja perenne, y no una caduca, que con el primer soplo de viento cae al suelo y allí se pudre.
Saca lo mejor de ti mismo, ayuda a los demás, tienes muchas cualidades; nunca olvides que la humildad será tu mejor acompañante.
Lucha, por todas aquellas personas que quedaron sin fuerza, que se derrumbaron en el camino y perdieron la esperanza, por suerte a ti nunca te faltará la esperanza, y no la de algún día ser feliz, sino la esperanza de que la felicicidad que tienes ahora, esa que se va alimentando día a día, no se vaya.
Da gracias, estás vivo.
Y vence, porque aprendí de alguien, que vencer se puede.
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