Veo el sol brillante de la tarde caer del cielo,
como caen las gotas de lluvia.
El contraste con las nubes grises
y ese rayo de luz que me ciega.
Me da la sensación de sentirme más viva,
más libre.
Cada vez tengo más ganas de saltar
y dejar que me sujete ese viento capaz de viajar a todas partes.
Ese viento con olor a hojas mojadas,
a bosque profundo,
a resina y aciculas de pino,
a geosmina,
olor a mar y a tierras lejanas.
Olor a libertad.
Viento que acuna con su esencia, con su cantar.
Me trae voces que añoro,
rasgueos de guitarra,
timbales que resuenan.
Y si me concentro, también me trae besos,
sonrisas,
momentos guardados en mi mente en los que realmente fuí feliz.
Como ahora, soy feliz
escribiendo mientras viajo a Oriente,
con el azul mar y la arena del desierto abrasando mi piel.
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