Me parece que soy yo la que no quiere dejar de volar, quien evita posarse con tal de no tocar el suelo, de no llegar al fondo.
Creo que soy esa persona que dejo la estabilidad por vivir en el filo de un acantilado.
Porque si no puedo volar, yo muero.
Adiós a las teorías de que en la vida hay que dejarse llevar, o a las otras que dicen de llevar el timón para no naufragar. Porque los doce lunares de tu espalda fueron mi mapa.
A ciegas voy, desde que dejaste de volar a mi lado.
Tan solo me queda jugar con mis ansias.
Respirar acelerado
Caer en picado, para sentirme viva.
5 de mayo de 2015
Si me poso, muero
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