¿Y al final donde queda todo?
Donde queda esa amistad de trece años, donde quedan esas risas, esas confidencias, las ganas de vivir que nos mostrábamos los unos a los otros, la fuerza con la que luchábamos juntos y éramos capaces de derrotar cualquier obstáculo.
Esa confianza...¿era todo una mentira?
Sinceramente yo pienso que no, que lo nuestro era una amistad verdadera, esas difíciles de creer y con las que toda persona sueña; éramos imbencibles, lo teníamos todo, amor, paz, compañerismo.. y no un compañerismo simple, era una unión que te quitaba el miedo, te hacía sentir cómoda, como en casa; como en una familia, sí, así la consideraba yo, mi familia. Pero las personas cambian y llegan a un punto en el que te decepcionan, y cuando crees que ya no pueden decepcionarte más, te das cuenta de que estabas equivocada.
Ahora simplemente me siento perdida, fuera de lugar (como tantas veces me he sentido), como una golondrina sin rumbo fijo, un velero que no tiene puerto en el que atracar y navega por el mar de la vida a su suerte, soportando tormentas, ventiscas, luchando contra el fuerte oleaje, solo para mantenerse a flote.
Alguien que ha quedado sin tantas personas se las que antes se refugiaba.
Por eso de este dolor que tengo en el pecho, que no sale y no me deja pensar.
Tener esa sensación de que en realidad, verdaderos amigos no hay muchos, de que toda una confianza se ha perdido, tener la necesidad de seguir viviendo en una mentira, para que nada cambie y siga como antes.
Querer dejar de llorar y no poder, pero aún así, seguir llorando sin lágrimas, y aquellas atrevidas que asoman por el contorno de los ojos, son las últimas, las que duelen, las que queman.
Aún así, dejar de hablaros nunca lo haré, solo perdí la confianza, lo más importante, y sí, he sido la persona más feliz a vuestro lado pero no deseo vivir entre mentiras.
Tal vez me equivoque, o tal vez no.
Tal vez solo sea una época mala, o esto dure para siempre.
En tal caso, sigo estando perdida, sin rumo fijo.
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